Soy un convencido de que la Filosofía tiene un papel fundamental que jugar en la vida humana, tanto individual como colectiva. Así lo pensaban los griegos. Su infortunio se fue fraguando en el desarrollo de la Modernidad, cuando el pensamiento liberal, en alianza con el pragmatismo económico, apostó todo al avance de la ciencia como solución a los problemas humanos. Los filósofos fueron perdiendo su capacidad de acción y convocatoria y se refugiaron en el academicismo, quizá como una estrategia de supervivencia. Su discurso se hizo hermético e inaccesible a sus posibles lectores y escuchas.
Hoy, en su silencio, las ideologías que se reparten el Planeta diseminan el fanatismo o el nihilismo, un moralismo asfixiante o un hedonismo sin riendas. El riesgo acecha tras la máscara del posthumanismo que, paradójicamente, lleva al extremo el culto al ser humano por encima de la Naturaleza y en negación de lo Absoluto. Creo que una reflexión crítica sobre los cuerpos puede regresar la Filosofía a lo concreto, a lo cotidiano, al encuentro con los otros y con lo Otro, a descubrir en el cuerpo que somos las claves del conocimiento, comprender y aceptar las diferencias y construir el horizonte de valores que nos conduzca a fundar sociedades armónicas donde todos tengamos un lugar.
El siguiente video muestra de manera resumida la tesis del autor sobre el cuerpo.
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